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SERENATA GUAYANESA

Definitivamente con las ocurrencias que nos ofrece la dinámica contemporánea es comprensible aquello de “las vueltas que da la vida” porque cuándo uno de nosotros se iba a imaginar que algo que durante cuatro décadas llevara el nombre de serenata, con las vinculaciones con las ventanas sin rejas ni protectores y con los balcones desprovistos de las angustias actuales, pudiera alguna vez asomarse por un espacio virtual y ofrecernos sus cantos metidos detrás de los monitores o encontrar retrospectivamente una galería de fotos y hasta exponer los requisitos indispensables para convenir con las sucesivas invitaciones que, como siempre, penetrarán su novedoso hábitat.
Lo que relatamos tenía que ser inimaginable para los muchachos que plenaron la plaza Miranda de Ciudad Bolívar en los comienzos de lo que sería La Serenata Guayanesa, con el propósito logrado de entonar gaitas, guasa, pajarillos, merengues, polos y valses cargados de nostalgias y todo aquello que recobrara los ancestros del Calipso.
Detrás de este ejercicio que aceptamos presentar con el mayor de los gustos, aparecerán los rostros ya maduros por el tiempo, sin perder la esencia de sus miradas ni la claridad de las voces, la rigurosidad de Iván con sus aportes de compositor emparentado profundamente con la venezolanidad, el de Cesar con el recorrido profundo de su garganta, mientras sus dedos ejercen las exigencias del tambor o la cantarina expresión de Mauricio de vuelta por ejemplo a las cadencias de un reloj de su infancia y la carcajada puesta sobre la guitarra de Miguel Ángel.
La verdad dicha con fuerza es como para sorprender a los coleccionistas de sus innumerables longplays o a quienes crecieron con la esperanza de asistir a la boda de la pulga y el piojo. Nunca, más nunca en su vida, hubiera pasado esto por la mente creadora de Alejandro Vargas con su Sapo, ni con las manos que iban tocando el cielo de Cesar Prato.
Cada vez que ingresemos a este portal nos reencontraremos con una exitosa parte de la vida musical de Venezuela, con distintos personajes y escenarios que además de pertenecer a privilegiados mundos, también se combinan con las plazas pueblerinas bañadas por la luna llena o con los caminos distintos que han recibido sus percusionados pasos. Abramos de una vez esta ventana virtual para que desde adentro recibamos las imágenes y las voces de una Serenata de los nuevos tiempos.